Camino de Santiago. Arzúa - Santiago de Compostela
El itinerario
La infinita Vía Láctea se acaba, la Estrella Polar está más cerca y el gozo salta de legua en legua del monte al Obradoiro.Es la última etapa para llegar a la meta marcada hace 775 kilómetros en la rojiza San Juan de Pie de Puerto. Están a punto de finalizar los días de prados, ovejas, literas, sombra, solana, barro, conversación, autoconocimiento, misticismo, religiosidad, cereal, viñedos, sopas de ajo, sandalias frailescas, idiomas indoeuropeos, tijas, manillares, ampollas, piedras, vidrieras, arbotantes, arquivoltas, cacao, tiritas, botas, rectas, curvas, sacrificios y empeños.
Las losas de Santiago enfriarán nuestros sufridos pies, luego vendrá la admiración por el Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo, el abrazo al Santo, la Puerta Santa y el botafumeiro para purificar y disolver los olores de nuestro maltrecho cuerpo. Antes hay que salir de Arzúa y pasar por Brea, Calzada, Rúa y Calle, todos significando lo mismo: camino. Luego llega Ferreiros, Santa Irene, Arca do Pino, Amenal, San Paio y Lavacolla, donde antiguamente los peregrinos se acicalaban para llegar presentables a Compostela.
Desde lo alto del Monte do Gozo los caminantes medievales veían por primera vez la ciudad santa. Hoy el Monte do Gozo es un gran centro de acogida de peregrinos, turistas, congresos y viajes de estudio. Un bosque de eucaliptos nos deja en una urbanización de las afueras, todavía queda una hora, la última para entrar en la plaza del Obradoiro y admirar y sentir la catedral de Santiago de Compostela.
Esta última etapa tiene un riesgo importante: que se haga larguísima. Las ganas del peregrino de llegar a Santiago y la dureza del tramo, contribuyen a esta sensación. El itinerario puede dividirse en dos partes diferenciadas. Una primera que alcanza hasta el aeropuerto (los primeros 24 kilómetros) y que cuenta con los encantos de los bosques de eucaliptos y robles, los pueblos con las gallinas por la calle, los paisajes, los montes... Y una segunda en la que se pierde toda esa belleza. Son 14 kilómetros entre grandes rotondas, carreteras, urbanizaciones, polígonos donde están los estudios de televisión... El resultado es que cuando se llega al Monte do Gozo no hay ningún monte. Eso sí, se ha construido un carril para los peregrinos con un firme perfecto y que garantiza la seguridad de los caminantes. Después de esta etapa de constantes subidas y bajadas, son muchos lo que ya tiene clara una cosa: las piernas sufren más en los descensos, sobre todo en la última cuesta que va hasta Santiago.
Dificultades
- Los grados de las pendientes con las que se encuentra el peregrino en esta etapa son bastante fuertes.- Conviene tener en cuenta que en San Payo, después de pasar el aeropuerto, hay un desvío provisional bien señalizado, que tras dos kilómetros vuelve al original.
Al salir de Labacolla el peregrino que va a pie o en bicicleta o en caballo, cruza siguiendo desde la iglesia la carretera y va hacia Vilamaior que está a 2 kilómetros de Labacolla. De ahí por unos parajes muy hermosos, llega a S. Marcos y al monte do Gozo que están a 3 y 4 kilómetro respectivamente.
Pero siempre, no por la carretera, sino por una pista que va paralela a la carretera, a unos 500 metros, a veces mas y a veces menos. Desde el Monte do Gozo enlaza con la carretera en A Ponte de San Lázaro, que es la entrada real de Santiago de Compostela.
La carretera es un riesgo real para el peregrino, pues los arcenes son estrechos y solo es para el tráfico rodado y para autobuses.
Qué ver y qué hacer
Concejo do Pino. Esta localidad de Santa Irene fue hace muchos años sede del Ayuntamiento de O Pino. Se puede visitar la pequeña capilla que la santa mártir portuguesa tiene dedicada y que data del siglo XVIII. En el alto de Santa Irene -un kilómetro antes- se puede atisbar el horizonte e imaginar las costas gallegas, alguno piensa que se puede respirar ese aire marinero tan peculiar de las Rías Baixas y de la Costa da Morte. En el Alto hay un par de restaurantes donde le dan a uno de comer.Arca. En Arca las casas están agrupadas en torno a la carretera nacional, la villa ofrece tantos servicios como una ciudad importante. Arca, antesala de Santiago, es un tapón de peregrinos en verano. Es zona de eucaliptos y el último refugio antes del Monte do Gozo. En Pedrouzo -pegando a Arca- hay un bar que abre temprano y sirve desayunos.
Santiago de Compostela. Desde el gran complejo en que se ha convertido el Monte do Gozo se ve, por fin, Santiago de Compostela y sus torres barrocas de la capital. La meta de la gran ruta jacobea: Santiago es una gran ciudad de casi 90.000 habitantes que compagina la modernidad de la plaza Roja y el aeropuerto de Lavacolla con el halo misterioso, religioso, romántico, cosmopolita de la plaza del Obradoiro. El feliz caminante descubre una ciudad de piedras oscurecidas por el paso del tiempo y por la humedad. Rúas viejas con olor a Ribeiro y a pulpo se diseminan por todo el Casco Antiguo. La catedral en plena plaza del Obradoiro representa el culmen del Camino, en ella descansa, según la leyenda, el apóstol que ha hecho que miles de personas emprendan un viaje lleno de cansancio y experiencias que se convertirán en recuerdos para toda la vida. Lo mejor es hacerse con alguna espléndida guía que le haga recorrer con sentido por la histórica ciudad. Entonces comprenderá mejor la belleza del precioso y filigranero Pórtico de La Gloria, obra del Maestro Mateo, la plaza de las Platerías, el Ayuntamiento, la Azabachería, el Hostal de los Reyes Católicos y cada losa de la impresionante plaza del Obradoiro. A las 12 del mediodía y 6 de la tarde cada día tiene lugar en la catedral la Misa del Peregrino: es la hora del botafumeiro.