El Rasón
La ruta al Rasón comienza en Escalar, donde se llega por una pista minera de unos 3 km desde Santibáñez de Murias, pueblo que se halla al final de la carretera local AE-3.
El camino es ancho y asequible, si bien bastante empinado; siguiendo la dirección Oeste nos lleva hacia la Escosura, zona agreste salpicada de cabañas de construcción firme (un poco toscas), típicas de la comarca allerana. Aquí nos encontramos con un ramal de la pista general que, en dirección a Pendilla, viene desde la zona del Puente el Beyu. Sin embargo, debemos continuar hacia la Piornosa por un sendero bien marcado que nos guiará hasta Fuentes. El sendero, al llegar a este punto, se torna un poco tortuoso y empinado, y es el que corta una pista que procede de la zona de Cabanaturá.
Desde la Majada de Fuentes, majada que hace honor a su nombre, se domina todo el Rasón. La belleza del paisaje es impresionante: solemne y al mismo tiempo arriesgada por la sinfonía de matices que proporciona a la vista.
La zona de El Rasón se perfila como la zona más posible para haber albergado la batalla que enfrentó a las legiones romanas contra las tropas ástures en la última carga del Imperio antes de penetrar en Asturias. Los investigadores que se han encargado de la excavación arqueológica del área de La Carisa, Jorge Camino, Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada, no descartan que los vestigios aparecidos en El Rasón tras la construcción de una pista forestal nos ubiquen en esa zona el campo de batalla, según explicó ayer Estrada.
La gran cantidad de restos recogidos por los vecinos de Santibañez de Murias, principalmente por ganaderos, en El Rasón ha llevado a los arqueólogos a ver en la zona el campo de batalla perfecto para que se enfrentasen las tropas imperiales con los indígenas. Una hipótesis que se sustenta, además, en la imposibilidad de luchar en los campamentos que ástures y romanos poseían en la zona debido a las formidables defensas que ambos presentaban. Todo indica que tuvieron que enfrentarse fuera de las fortificaciones y El Rasón es la zona más idónea, está por detrás del campamento romano y bien pudo ser el lugar donde se decidiese la guerra, afirma Estrada.
El campamento de Curriechos era el bastión romano. Posee una estructura aterrazada con defensas muy desarrolladas pero con poco espacio intramuros. El sistema de fortificación está formado por pequeños fosos dobles (el mismo sistema que utilizó César en Alexia) y por empalizadas (vallas) y estacadas (áreas con estacas hincadas) de madera o cuerno de ciervo. Sólo se utilizaría en verano, cuando los caminos de avituallamiento estuvieran abiertos y la retirada de la nieve permitiera la habitabilidad. En su interior se asentaría un destacamento militar en tiendas de campaña. Frente a él estarían los ástures parapetados en Homón de Faro tras una muralla de 6 metros de ancho, 4 de alto y 400 metros de recorrido.
La Voz de Asturias, Ayuntamiento de Aller
Fotografías de El Rasón
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