El embalse de Barrios de Luna comenzó su actividad en 1956 y tiene por finalidad regular las aguas del RÃo Luna, que tras su unión con el RÃo Omañas pasa a llamarse RÃo Órbigo. El abrupto relieve de la zona hizo necesario construir una presa de unos 80 m de altura en una garganta estrecha. El embalse da cabida a más de 300 millones de metros cúbicos de agua que son empleados en el riego de unas 50.000 hectáreas cultivadas principalmente de maÃz, remolacha y también de lúpulo. Los 40 km2 que ocupa el embalse y su entorno están sufriendo un evolución hacia el sector turÃstico en el que se ofertan actividades relacionadas con el senderismo, deportes náuticos, caza, baño,... e incluso vela. La totalidad del agua se emplea para generar electricidad, bien en la central de la presa o en la de San Isidoro, aguas abajo; es retenida de nuevo en el contraembalse de Selga de Ordás, que regula la derivación de agua al Canal Principal del Órbigo, que reparte agua de riego. La cota del embalse está a 1108 m de altitud tiene una costa de unos 40 km.
La construcción del embalse de Luna supuso una profunda transformación para los pueblos y valles que se vieron afectados. Generó innegables impactos sociales, ambientales y económicos que solo el paso del tiempo empieza a matizar.Las alteraciones para el entorno y para el medio ambiente son innegables; pérdida de hábitats, alteración del ciclo natural del rÃo, modificación a pequeña escala de las condiciones climáticas, acumulación de sedimentos,... Pero a su amparo han aparecido nuevas posibilidades que las comunidades vivas han sabido aprovechar. También, además de las 53.000 hectáreas puestas en regadÃo en las comarcas del Páramo y la Ribera del Órbigo, se han generado nuevas actividades vinculadas al ocio, al deporte y al turismo.
Enclavado en el Parque Natural de Babia y Luna, uno de los mayores impactos para la comarca de Luna fue el efecto barrera, tanto longitudinal como transversal, que supone la lámina de agua y sus importantes oscilaciones. Gran parte de los seres vivos son incapaces de atravesar una masa de agua de tales dimensiones, lo que repercute en la conexión de sus diferentes poblaciones y derivar en problemas de conservación, en especial cuando se trata de especies que soportan otras amenazas.
En Luna, al efecto ambiental del embalse hubo que sumar casi tres décadas después de su construcción el del trazado de la nueva autopista que comunica León y Asturias.
El proyecto fue diseñado entre 1935 y 1936 por el ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Duero Luis de Llanos y Silvela. El embalse de Luna nació oficialmente en 1945. El 7 de septiembre de 1951 comienzan los desalojos en Barrios de Luna y Láncara de Luna, pero el vaciado de los pueblos se termina en 1954. Cerca de 1.600 habitantes salieron de los 16 pueblos y barrios anegados o abandonados posteriormente al quedarse sin prados y fincas para subsistir con la actividad tradicional, muchos de ellos sacados en barca cuando el agua les llegaba por las rodillas, negándose a abandonar su lugar de origen. Poco más de 700 residentes oficiales pueblan hoy los municipios de Barrios de Luna y Sena de Luna, herederos del ayuntamiento extinto de Láncara de Luna. Los pueblos anegados fueron Arévalo, Campo de Luna, La Canela, Casasola, Cosera, Lagüelles, Láncara de Luna, Miñera de Luna, Mirantes de Luna, El Molinón, Oblanca, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanzas, Trabanco, Mallo de Luna y Ventas de Mallo; falta el nombre de Truva, que, al igual que Trabanco, era un barrio de Barrios de Luna. En cuanto a Mallo de Luna, es el único que pervive como núcleo real. El puente colgante Fernández Casado fue un hito en la ingenierÃa civil de la época y, en la actualidad, una de las imágenes más representativas de Luna. Este puente atirantado permite a la autopista A-66 franquear una de las colas del embalse. Construido en 1983, fue diseñado por el gabinete del ingeniero Carlos Fernández Casado. Destacan sus dos inconfundibles pilares de hormigón con forma de Y invertida y los tirantes de acero que lo estabilizan. Su luz de 440 m fue record mundial en este tipo de puentes durante años.
GeologÃa de Embalse de Los Barrios de Luna
En los alrededores del embalse se pueden encontrar formaciones geológicas de gran interés, como las sucesiones precámbricas y cámbricas.
LIG
Código: CA002
Interés principal: Estratigráfico
Interés secundario: Paleontológico. Sedimentológico. Geomorfológico. Tectónico. Mineralógico.
Unidad geológica: Estructuras y formaciones del Orógeno Varisco en el Macizo Ibérico.
Flora de Embalse de Los Barrios de Luna
En la zona existen numerosos bosques de hoja perenne, caduca y formaciones de matorrales. Son importantes los sabinares de Mirantes de Luna (ver Sabinares de Luna) y lo bosques de Abelgas y Mayo de Luna.
Fauna de Embalse de Los Barrios de Luna
La avifauna acuática
La lámina de agua ofrece nuevas posibilidades a las aves acuáticas que ahora frecuentan el embalse, en especial durante la invernada. Prefieren las colas más protegidas, donde la vegetación brinda condiciones más favorables.
Los patos nadadores se alimentan en la superficie o a escasa profundidad y son más frecuentes cerca de la orilla; en cambio, los buceadores se sumergen por completo y utilizan zonas más profundas en el vaso del embalse. Son frecuentes el ánade azulón (Anas platyrhynchos), el porrón europeo (Aythya ferina), el somormujo lavanco (Podiceps cristatus), el zampullÃn chico (Tachybaptus ruficollis) y el cormorán grande (Phalacrocorax carbo).
Las aves de la presa
La gran capacidad de adaptación de la fauna ha permitido que algunas especies habituales en cantiles rocosos y zonas humanizadas hayan encontrado en la presa condiciones óptimas para vivir. Las golondrinas (Hirundo rustica), con sus vivaces vuelos, sobrevuelan la lámina de agua capturando insectos con los que cebar sus nidos. En las creencias populares siempre han sido portadoras de buena fortuna. En los crestones rocosos e incluso en las repisas protegidas de la presa, es fácil observar los nidos de avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), junto a los que suele verse también el avión común (Delichon urbicum).
Los peces del embalse
En poco se parecen las condiciones del embalse a las que debió tener el rÃo Luna en el tramo ahora embalsado. Lejos quedan los tiempos en que algunos vecinos complementaban sus ingresos vendiendo alguna trucha en temporada, pues en la zona siempre hubo gran afición por la pesca, actividad que se sigue practicando.
El embalse de Luna figura entre las aguas en régimen Especial Controlado (AREC), aguas donde cada pescador debe contar con un pase diario y personal para esta actividad. La trucha sigue siendo la especie más abundante y la más apreciada por los pescadores, aunque en el embalse viven también otros peces como la boga, el bordallo, el gobio o la bermejuela.
Un corredor para el oso pardo
A lo largo del siglo XX las poblaciones de oso pardo (Ursus arctos) sufrieron un proceso regresivo derivado de la conjunción de múltiples factores: la pérdida de sus hábitats, la reducción de los bosques frondosos, vitales para su alimentación otoñal (cuando bellotas y hayucos les garantizan la acumulación de grasa necesaria para el invierno), el veneno, el furtivismo,... Y también la barrera geográfica que generaron la autopista y el embalse.
El oso pardo, especie emblemática y representativa de la montaña cantábrica, está protegido por la legislación española desde 1973, incluido como especie en peligro de extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. En Castilla y León, por decreto 108/1990, se aprobó el Plan de Recuperación con el objeto de eliminar las causas de su progresiva desaparición y adoptar las medidas necesarias para su recuperación. También se aprobó la Estrategia Nacional para su conservación, asà como los Planes de Recuperación del resto de comunidades autónomas de la Cordillera Cantábrica.
La Directiva Europea 92/43/CEE de Hábitats, recoge al oso pardo como especie prioritaria cuya conservación supone una especial responsabilidad.
La población de oso pardo de la Cordillera Cantábrica ha estado dividida en dos subpoblacoines, occidental y oriental, separadas geográficamente durante décadas, con caracterÃsticas genéticas diferenciadas y con un incipiente intercambio demográfico entre ellas.
El Parque Natural de Babia y Luna se considera un espacio esencial para la conservación de esta especie, ya que constituye un importante corredor ecológico entre estas dos subpoblaciones. Por ello es necesario conservar la función de los bosques del Parque Natural como lugar de cobijo, fuente de alimento y área de dispersión, crÃa o celo, evitando su fragmentación y favoreciendo estructuras y grados de madurez equilibrados, asà como su expansión. La presencia creciente de la especie en los valles aledaños abre nuevos horizontes de recuperacÃon del oso pardo.